En primer lugar intervino el moderador, Rodríguez Santocildes, quien comenzó recordando el Congreso de León en 1970, donde se sentaron las bases de nuestro Estado Social y Democrático de Derecho y de lo que hoy es nuestra Abogacía, puntualizó que “la Abogacía está profundamente ligada a la ciudadanía, trabaja con ella y por tanto, ha sido y será pieza imprescindible en la sociedad, como garante de derechos y libertades”, concluyó.
A continuación, Antonio Garrigues, recordó que el protagonismo de la profesión de abogado tiene que ver con la implicación en la vida sociológica, política y económica del país. Desde la Abogacía y los Colegios de Abogados, se ha logrado penetrar en sociedad, pero queda trabajo. “Si alguien cree que los retos de la Abogacía están desapareciendo, se equivoca. El derecho a la privacidad y el derecho a la verdad lo hemos perdido, debemos construirlos y ofrecerlos a los ciudadanos”, continuó, porque “la Abogacía no puede estar al margen de los principales temas: desigualdad, violencia de género, economía, tecnología, medio ambiente, inmigración y refugio. Hoy además se habla de que la inteligencia artificial va a ser superior a la inteligencia humana. Tenemos que aprender de ella, no mirarla con inquietud ni desprecio. Por ello, tenemos que estar permanentemente en situación de alerta y constantemente en la lucha”, señaló.
Por su parte, Rosa Vidal quiso destacar que la Abogacía es una profesión comprometida, dura pero transformadora y tiene como retos mejorar la eficiencia, entender las nuevas tecnologías y satisfacer a los clientes. “La Abogacía debe de ser una combinación imperfecta de procesos, personas y tecnologías, con el foco en los clientes”, declaró. En este sentido, debemos ser conscientes de las necesidades futuras de las nuevas generaciones que tienen inquietudes diferentes, por ello no se debe atraer talento, sino conectarlo y retenerlo. Además, hoy se hace imprescindible que los procesos de las empresas se adopten en los despachos. Por último, hay que poner la tecnología al servicio de la Abogacía y no la Abogacía al servicio de la tecnología.
Por último, Elizabeth Torrecillas explicó que los abogados no se convertirán en “los taxistas del mañana”, por dos elementos que la van a hacer esencial en el futuro: el componente humano y sus valores intrínsecos, que cumplen una función social imprescindible en el Estado de Derecho. En este sentido, subrayó que la Abogacía es libre, independiente y lucha contra conflictos de interés, cumpliendo diferentes funciones sociales y sobrevivirá para defender los valores basados en el Código Deontológico. También quiso señalar que la democratización y globalización del conocimiento jurídico tiene el peligro de que los jóvenes abogados dejen de formarse en derecho. Por ello, “debemos ser maestros para los más jóvenes”, insistió. Por último, manifestó que la inteligencia artificial y las máquinas no van a sustituir a los despachos de abogados. “No tenemos más remedio que adaptarnos a la tecnología, conocerla e incorporarla a nuestros despachos, aprovecharla para ser más eficientes.
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