Carpeta de justicia

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Los eSports –o deportes electrónicos- en España están alcanzando una alta cuota de popularidad, no sólo entre los gamers (jugadores) de toda la vida, sino entre nuevos players que ven en los eSports un sector emergente con muchas posibilidades.

Actualmente, el ecosistema de los eSports se compone de diferentes actores, igual que en los deportes tradicionales, encontramos desde equipos, jugadores y fans, hasta ligas, medios especializados y patrocinadores.

Así, como ha ocurrido en otros sectores emergentes (por ejemplo, el juego online o la economía colaborativa), empieza a ser preciso dotarlo de un marco legal que le proporcione la seguridad jurídica necesaria para su crecimiento y consolidación.

Para ello, no cabe olvidar que los eSports han nacido de forma espontánea y que, una regulación estricta, no haría más que entorpecer su expansión.

En este sentido, para preservar la naturalidad de este sector, resulta esencial basarse en sistemas de autorregulación en los que sus propios actores sean quienes acuerden sus normas con el beneplácito de la Administración.

Por lo tanto, el marco legal ha de servir para ayudar al sector a crecer y potenciar su autorregulación, pero no para cortarle las alas. Por ejemplo, nos consta que la reciente regulación en Francia no ha contentado a todos los actores interesados, sino más bien lo contrario. En efecto, una posible regulación ha de sumar y no restar.

Así, uno de los puntos hacia donde tendría que dirigirse la nueva regulación, es hacia simplificar los procesos de visados a los que se enfrentan muchos jugadores profesionales en sus desplazamientos internacionales. Otro aspecto relevante sería el endurecimiento de multas y penas por adulteración de competiciones (que son especialmente sensibles a la amenaza de ciberataques). La regulación de subvenciones que favorezcan la creación de equipos que aumenten la competitividad de los equipos nacionales frente a otras ligas del panorama internacional también sería una cuestión crucial.

En resumen, hablamos de un régimen que, sino igual al del deporte, se asimile al mismo beneficiándose de sus prerrogativas.

De hecho, esta es una de las grandes cuestiones a debate, ¿son los eSports un deporte? Ciertamente, son muchos los paralelismos habidos entre ambas disciplinas: existencia de jugadores, equipos, fans, competiciones nacionales e internacionales, habilidades especiales, entrenamientos, entre otros.

No obstante, para ser un deporte en España, primero tiene que haber un reconocimiento del Comité Olímpico Internacional, proceso que, previsiblemente, puede demorarse años y que precisaría de un movimiento internacional de los deportes electrónicos, y no sólo nacional.

En cualquier caso, este debate no es el adecuado, al menos, a corto plazo. Sino que el debate debe versar sobre cómo se puede ayudar desde un punto de vista normativo al crecimiento de los eSports y, para ello, quién mejor que sus principales actores para hacerlo.

En definitiva, todo avance normativo en los eSports ha de tener muy en cuenta las particularidades del sector, pues de otra forma, se corre el riego de frenar su crecimiento. Para ello, es cardinal contar con todos sus actores para sentar unos cimientos sólidos sobre los que edificar el presente y futuro de los eSports en nuestro país.




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