Las abogadas y los abogados ejercientes en España coinciden de forma mayoritaria en que la igualdad entre hombres y mujeres debe ser un objetivo prioritario para la Abogacía española. Según la opinión más extendida entre estos profesionales jurídicos, instituciones como el Consejo General, los Consejos Autonómicos y los propios Colegios de Abogados deberían propiciar y primar la igualdad de género en el ejercicio de su labor.
Estas son unas de las conclusiones más destacadas que se extraen de la primera gran encuesta hecha en España que se realiza sobre Igualdad de Género en la Abogacía y en la Justicia, realizada a 2.000 abogadas y abogados por Metroscopia y que fue presentada el pasado mes de diciembre por la presidenta del Consejo General de la Abogacía Española, Victoria Ortega, y el analista de Metroscopia y doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Granada, Francisco Camas.
Victoria Ortega ha destacado en la presentación de la macroencuesta que “la desigualdad la siente quien la padece” y ha reconocido que “la desigualdad es una realidad”.
Por su parte, Francisco Camas, ha afirmado que en la actualidad “la igualdad más que un estado, es un proceso” y ha asegurado que desigualdad de género hacia las mujeres se materializa en menosprecio por el trabajo, sentirse ignoradas o juzgadas por su físico.
El informe destaca que existe una posición común entre hombres y mujeres sobre cuestiones claves en el conjunto de la profesión, pero hay también desacuerdos entre abogadas y abogados lo suficientemente significativos como para concluir que la situación actual en términos de igualdad de género dista mucho aún de ser la ideal. De hecho, cuando se analizan los datos por género, la realidad que refleja es muy distinta.
En qué coinciden abogadas y abogados
Dos de cada tres encuestados (75%) afirman que su situación personal actual como abogados es buena, a pesar de que la situación de la abogacía en España (60%) haya empeorado en los últimos 10 años.
Para el 85%, las posibilidades de acceso al ejercicio de la abogacía son iguales para hombres y mujeres.
El 69% cree que la igualdad de género debe ser una prioridad para el Consejo General de la Abogacía Española. En referencia a los Consejos Autonómicos y a los Colegios, el 70% y el 71% de los abogados, respectivamente, consideran prioritarias las medidas a favor de la igualdad de género.
Solo el 15% de los encuestados respaldaría la implantación de cuotas de género —garantizar una representación equilibrada de hombres y mujeres antes de valorar las capacidades y los méritos— para acceder a puestos de responsabilidad institucional en la abogacía.
Además el 78% de los abogados reconoce que los hombres gozan de una mejor situación para compaginar la vida laboral y personal. Existe una amplia convergencia respecto a que los planes de igualdad, los permisos de maternidad y paternidad o la flexibilidad horaria, entre otros, son insuficientes para permitir una adecuada atención de ambas esferas. Cabe destacar la crítica en materia legislativa: el 77% cree que es mejorable.
En qué difieren abogados y abogadas: desigualdad de género y comportamientos machistas
Sólo el 48 por ciento de las mujeres cree que la Abogacía ha mejorado en los últimos 10 años frente al 69 por ciento de los hombres
La mayoría de las abogadas (58%) opina que son ellas quienes se enfrentan a más obstáculos, mientras que entre los abogados esa percepción solo la expresa una minoría (26%). Una de cada tres mujeres (36%) cree que predominan los comportamientos machistas en la Abogacía mientras que dos de cada tres hombres (67%) piensan que no existen. El 64% de ellos cree, además, que en la Abogacía existe menos machismo que en el conjunto de la sociedad española, frente al 42% de ellas.
La brecha salarial
En este punto, el optimismo masculino se hace más evidente: son el doble de abogados (61%) que de abogadas (31%) quienes creen que las retribuciones son más o menos iguales entre hombres y mujeres. La mayoría de ellas (62%) considera que son ellos quienes gozan de mayores ingresos.
Dos datos son bien ilustrativos de esta brecha salarial: la mayoría de las mujeres (63%) percibe unas retribuciones por debajo de la media de ingresos mensuales de la profesión -1.750 euros- mientras que los hombres son algo menos de la mitad (48%). Los datos son incontestables: uno de cada diez hombres (10%) tiene unos ingresos superiores a los 5.000€ y prácticamente el mismo número (8%) percibe menos de 1.000€; en cambio, solo el 2% de las mujeres ingresa más de 5.000€ y casi una de cada cinco (17%) obtiene menos de 1.000€.
Conciliación laboral y familiar
El 84% considera suficiente el tiempo que le dedica al ejercicio de la abogacía, pero solo la mitad (52%) —tanto abogadas como abogados—piensa lo mismo del tiempo que emplea en su familia y su vida personal.
La mayoría (72%) está de acuerdo sobre lo mejorables que resultan los medios disponibles para compaginar la vida laboral, personal y familiar (especialmente la legislación, la flexibilidad horaria y los permisos de maternidad y paternidad). Sin embargo, detrás de este acuerdo subyacen al menos tres grupos de opiniones bien diferenciadas que permiten revelar una mayor insatisfacción entre las abogadas que entre los abogados:
El grupo acrítico (28%) reúne al colectivo de abogados (fundamentalmente hombres) que considera globalmente los ocho medios de conciliación evaluados como suficientes o incluso más que suficientes.
El grupo de crítica moderada (35%), constituido por quienes evalúan los medios de conciliación sencillamente como “mejorables”.
El grupo de crítica elevada (37%), quienes afirman en general que tales medios son “muy mejorables”. La mitad de las abogadas españolas se posiciona en este grupo, pero, en cambio, solo lo hace uno de cada cuatro abogados.
Barreras invisibles en la abogacía
Para más de la mitad (57%), el denominado “techo de cristal” o la barrera invisible que desequilibra la proporción de hombres y mujeres en los altos puestos profesionales en favor de los primeros, es una realidad evidente: los abogados poseen una mejor situación que las abogadas para ascender en la profesión.
Entre ellas, esta consideración es la que claramente predomina (77%) mientras que entre ellos es minoritaria (40%). La mayoría de los abogados (52%) cree que mujeres y hombres cuentan con iguales condiciones
También es destacable que tres de cada cuatro abogadas (77%) consideren que no tener hijos ni familiares a quienes cuidar es un aspecto importante para lograr el éxito profesional. En cambio, entre los abogados es uno de cada dos (54%) quien piensa lo mismo.
Para el 85%, las posibilidades de acceso al ejercicio de la abogacía son iguales para hombres y mujeres.
Los grandes bufetes de abogados son el espacio en el que parece existir de forma más clara este “techo de cristal”: para el 68%, los hombres encuentran menos dificultades para acceder a puestos de responsabilidad en estos grandes despachos. Esta percepción es ampliamente mayoritaria entre las abogadas (85%) pero solo compartida por algo más de la mitad de los abogados (54%).
Donde mayor igualdad se percibe es en los Colegios, la mayoría (52%) cree que la situación es igual para unas y otros, aunque tal mayoría está compuesta de más hombres que de mujeres (62% frente 40%, respectivamente)
Esta panorámica es aún más consistente si se dirige la mirada hacia la presencia numérica de las mujeres abogadas en estos ámbitos: donde se advierte mayor infrarrepresentación es en los grandes bufetes (así lo expresa el 66%), mientras que en el conjunto total de la profesión como en el propio Consejo este porcentaje desciende 15 puntos (49%), dejando a los Colegios como el espacio donde menor infrarrepresentación se detecta (lo dice el 36%).
La opción preferida para la mayoría de los abogados (55%) es insistir en el criterio meritocrático (tener en cuenta solo los méritos y las capacidades para acceder a un puesto de responsabilidad institucional en la abogacía española).
Las abogadas se encuentran divididas: mientras que un 45% priorizaría las capacidades y los méritos de la persona, pero, eso sí, procurando a la vez una representación equilibrada de mujeres y hombres, otro porcentaje similar (41%) optaría por el criterio exclusivamente meritocrático.
El trato y la discriminación de género en la abogacía española
Un tercio de las abogadas españolas (33%) afirma recibir un trato especialmente diferente de los hombres por el mero hecho de ser mujer. Y no se trata de un simple hecho diferencial, sino de un síntoma claro de discriminación.
La mayoría de ellas (57%) reconoce haberse sentido discriminada o no bien tratada por parte de uno o varios hombres en algún momento de su actividad como abogadas. En el caso del trato con sus propios compañeros abogados y con sus clientes, esta discriminación sentida, además, no es precisamente esporádica sino repetida: cuatro de cada diez (42%) dice que la discriminación se ha producido algunas o muchas veces.
Estos datos suponen que de las casi 67.000 abogadas actualmente ejercientes en España, aproximadamente 40.000 reconocen abierta y explícitamente haber sentido discriminación por razón de género a lo largo de su carrera y casi 28.000 ponen de manifiesto que esta situación se ha producido de forma recurrente por sus propios compañeros de profesión.
Además, casi el 40% del total de abogadas dice haberse sentido menospreciada —ya sea por su trabajo o por sus palabras—, ignorada y también juzgada por su cuerpo o forma de vestir algunas o muchas veces.
Los comentarios despectivos y la intimidación recurrente son también expresados por el 30% y el 25%, respectivamente. Y hasta un 4% (unas 2.700 abogadas aproximadamente) reconoce tocamientos, al menos una vez en su carrera, por parte de algún hombre.
El perfil sociodemográfico de la profesión
En la actualidad, las abogadas representan el 44% y los abogados, el 56% del total de ejercientes en España.
La brecha generacional de género es una realidad en la abogacía española: casi la mitad de las abogadas ejercientes actualmente (43%) tiene menos de 40 años y solo una de cada cinco (22% tiene más de 50 años). En cambio, entre los abogados la cifra de jóvenes (entre 18 y 39 años) desciende hasta el 17% y la de mayores de 50 años asciende al 37%.
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