La Audiencia Provincial de Cantabria ha confirmado la condena a un ganadero por distribuir cebos envenenados en el monte con el fin de acabar con los ataques del lobo a su ganado.
Como consecuencia de la ingesta del veneno, murieron varios ejemplares de especies en situación sensible: cuatro buitres leonados –especie de protección especial- y once milanos reales –especie en peligro de extinción.
También ocasionó la muerte de tres zorros, cinco perros y un gato.
El tribunal de apelación confirma así la sentencia dictada por el Juzgado de Penal nº 3 de Santander, que en junio de 2015 condenó al ganadero a dos años de prisión, inhabilitación durante dos años para ejercer la profesión de ganadero y durante cuatro para cazar.
Junto a ello, el condenado deberá indemnizar con 118.770 euros al Gobierno de Cantabria.
Según relataba la sentencia de instancia, “debido al incremento de episodios de ataque de lobo, ideó y ejecutó materialmente en su condición de ganadero y de explotador directo de diversos pastos, de los que disponía en término municipal de Valdeolea, en el puedo de las Quintanillas, así como en Castrillo del Haya, una serie de actuaciones tendentes a hacer desaparecer la predación que el lobo ibérico mantenía sobre su explotación ganadera”.
Para ello, continúa la resolución, procedió a distribuir “en sucesivas ocasiones en fechas próximas al 24 de diciembre de 2011 y hasta al menos el 19 de enero de 2012, diversos cebos cárnicos, impregnados de una sustancia tóxica y venenosa letal para la fauna, Aldicarb, idónea para provocar las muerte de cualquier animal que la ingiera, con la finalidad de dar muerte al lobo ibérico, que afectaba a sus animales”.
Añade que por las características de los cebos y su forma de colocación, esta actuación no tuvo “ningún tipo de carácter selectivo, ni consideración a las especies que pudiera afectar, constituyendo un gravísimo riesgo para la biodiversidad”.
Todos los indicios apuntan al acusado
En su sentencia, la Audiencia de Cantabria manifiesta que “de todos los indicios se infiere la autoría del acusado”.
En este sentido, alude a la aparición de los cebos en las fincas en las que pasta el ganado del acusado, la aparición de restos de un potro de su propiedad que murió por el ataque del lobo y cuyo fallecimiento no comunicó, o los guantes encontrados con restos del veneno y de su ADN.
Además, recuerda el tribunal que el acusado había perdido por el ataque de los lobos más de veinte potros y que él mismo expresó a los agentes forestales que las batidas que se realizaban para eliminar ejemplares de lobo “no servían para nada, manifestando que la única forma de acabar con los lobos era el veneno”.
“Los hechos directamente acreditados sirven para deducir los indicios de la ejecución del delito por el condenado, hasta el punto de descartar cualquier otra posibilidad de interpretación de los mismos”, concluye la Audiencia.
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