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Pamplona, 30 may (EFE).- El alcohol sigue siendo la "droga estrella" en las violaciones con sumisión química de la víctima, aunque se hable más de sustancias como la burundanga o el CHB (éxtasis líquido), según se ha puesto de relieve en unas jornadas sobre este tipo de agresiones sexuales que se celebra en Pamplona.

La abogada especializada en violencia sexual Sonia Ricondo, ponente de las jornadas "Sumisión química y violencia sexual contra las mujeres", organizadas por el Ayuntamiento de Pamplona y el Ministerio de Igualdad, ha destacado el avance que supone la nueva ley de protección integral contra la violencia sexual.

En ese sentido, ha subrayado a los medios de comunicación que la sumisión química de la víctima "de momento no es un agravante" y, de hecho, en muchos casos provoca que el delito se categorice como abuso sexual y no como agresión, por lo que la pena impuesta es menor.

La nueva ley "lo que pretende es elevarlo a la categoría de agresión sexual y que la sumisión química sí que sea un agravante", ha señalado.

Ricondo ha apostado por "cambiar la idea de sumisión química" para englobar no solo a la "proactiva", en la que el agresor proporciona algún tipo de sustancia tóxica, sino también "aquellas en las que el agresor se aprovecha del estado etílico, que ha sido voluntario, de la víctima, para anular la voluntad".

La psicóloga forense y criminal por la Universidad de Barcelona Nuria Iturbe ha aludido al problema de la violencia sexual sin recuerdo, que no solo abarca la sumisión química, sino también otros motivos que hacen que la víctima no pueda recordar lo que le ha ocurrido, que no tenga un relato completo de lo sucedido.

En los tribunales, ha resaltado, el relato "tiene mucho peso, se considera muy a menudo la prueba central y es probable que, si la víctima no tiene capacidad para recordar lo que le ha ocurrido, tenga poco recorrido en el ámbito judicial".

Por ello, ha abogado por cambiar el sistema de procesamiento para que se tengan en cuenta otras pruebas periféricas y que "no quede todo dependiendo de que ella pueda recordar, cuando sabemos que en estos casos es muy difícil".

Al respecto, ha afirmado que, si se pone el foco en la sustancia, como en algunos casos son difíciles de detectar y en otros el alcohol es habitual encontrarlo en momentos de ocio, "de algún modo se le quita la importancia al hecho delictivo en sí, que es la agresión sexual".

La doctora en química e investigadora en el grupo SciencieFlows, Empar Vengut, de Valencia, ha presentado por su parte el proyecto NoSUM, que desarrolla sensores de las drogas más habituales en las agresiones sexuales y del que forman parte dos grupos de expertos, uno en química y otro en comunicación.

Así, por una parte se está desarrollando un kit para detectar drogas y, por otra, se están organizando talleres de concienciación sobre la sumisión química, tanto la premeditada como la oportunista.

Estos kit en desarrollo se entregan a los participantes en los talleres, porque las pruebas se están realizando con sustancias controladas, pero "las drogas que está circulando por los clubes nocturnos y zonas de ocio pueden estar adulteradas, no vienen de un laboratorio oficial, y por tanto puede ser que el kit no funcionara tan bien como en el laboratorio", ha indicado.

Vengut ha explicado que "se habla mucho de la burundanga, pero hay muchas drogas que se suelen usare para sumisión química. La droga estrella, aunque no se suela hablar de ella, es el alcohol, tanto para la oportunista como para la premeditada".

En la sumisión premeditada o proactiva también se suele hallar el GHB (éxtasis líquido), la ketamina o las benzodiacepinas, entre muchas otras.

El Delegado del Gobierno en Navarra, José Luis Arasti, ha indicado que en 2021 se denunciaron en España 3001 agresiones sexuales y, de ellas, en 994 se hicieron análisis a las víctimas, con un 72 % de positivos en drogas.

Se calcula que en un 33 % de las agresiones sexuales que se cometen en España hay sumisión química, ha apuntado. 




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