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Sin ningún ánimo de polemizar voy a listar algunas características que, en mi opinión, pueden ayudar a identificar o diferenciar a un buen o mal abogado.

¿Quién puede que sea un “buen” abogado?

Aquél que sabe cuándo tiene demasiado trabajo y no tiene miedo de reconocerlo.

Tener un despacho, sobre todo si es pequeño, supone tener muchos casos o clientes este mes y no saber cómo se presentará el mes siguiente. Eso puede hacer que se incurra en el riesgo/error, para el cliente y para el propio abogado, de aceptar nuevos casos o clientes cuando nuestro día a día actual no nos deja ni un minuto libre. El miedo a rechazar un nuevo caso por falta de tiempo y que al poco nos encontremos escasos de casos y clientes nuevos que gestionar hace que se tienda a aceptar más trabajo del que de verdad podemos hacer. Si no tenemos tiempo para ese nuevo caso no lo gestionaremos a tiempo o lo gestionaremos mal. El riesgo de esto es evidente. Un posible cliente insatisfecho que no volverá más y el boca a boca negativo que sobre nosotros pueda dar. Decir no es difícil. Pero no hacerlo puede ser pan para hoy y hambre para mañana. Los buenos abogados no tienen miedo de decir que están demasiado ocupados incluso cuando ello suponga renunciar a casos/clientes potencialmente lucrativos.

Aquél que está siempre disponible.

Los buenos abogados tienden a estar siempre disponibles. Es difícil saber cómo lo hacen, pero hay abogados hiper ocupados que siempre tienen un momento para atenderte por teléfono. Para poder concentrarnos y sacar el trabajo adelante es normal, y entendible, que nos blindemos algunas horas al día y no atendamos a nadie. Pero seamos realistas. Seguro que un cliente llamará o recomendará a aquél abogado que sabe que va a responder al teléfono cuando se le llama.

Aquél que se toma sus obligaciones con seriedad.

Lógicamente estamos hablando de ética. Como abogados y representantes de nuestros clientes tenemos obligaciones. Incluso cuando vamos a decirle a nuestro cliente, que es el que nos va a pagar, algo que no le va a gustar. Un buen abogado es aquel al que no le vamos a pillar en el aprieto de tener que tomar una decisión perdiendo de vista las obligaciones que tiene con su cliente.

Aquél que está siempre aprendiendo.

Corremos el riesgo de acomodarnos en nuestro trabajo y convertirlo en una serie de rutinas casi mecánicas. Los buenos abogados están siempre tratando de aprender algo nuevo o de mejorar lo que hacen. Cuando nuestro día a día requiere de todo nuestro tiempo para poder gestionar los clientes y casos en curso es difícil sacar tiempo para leer las últimas novedades de la profesión. Tenderemos a pensar que si algo importante ha sucedido ya nos habríamos enterado. Puede que sí o puede que no. Los buenos abogados siempre sacan tiempo para estar al día.

¿Quién puede que sea un “mal” abogado?

Ser abogado, sobre todo cuando se trabaja solo o en un despacho pequeño también tiene sus ventajas. Nadie controla mi tiempo. No necesito que nadie apruebe lo que hago. Puedo trabajar desde donde quiera. Tengo mis propios clientes. Hay muchos buenos abogados que por estos motivos renuncian a estar en una firma más grande. Para qué estar en una firma grande en la que me van a controlar todo lo que haga y donde voy a percibir una retribución menor de la que aporto a la firma. No voy a dar nombres, pero seguro que todos conocemos y tenéis amigos de este perfil. Pero por desgracia no todos los abogados son tan buenos abogados.

Veamos algunas características que pueden hacernos sospechar que un profesional no sea un buen abogado.

Aquel abogado que no es solo abogado.

Hay abogados de los que cuando lees el membrete de un documento de su despacho en lugar de ver los datos identificativos de su firma o los nombres de todos sus socios listan todas sus “profesiones”. En esa lista nos encontramos funciones o trabajos que nada tienen que ver con el ejercicio del derecho. Y no me refiero a puestos como profesor o escritor que, si enriquecen la profesión de jurista, sino consultor, agente inmobiliario, selección de personal, etc. 

Los abogados oscuros.

Creo que todos sabemos a qué me refiero y no hace falta llevarlo al extremo cinematográfico del típico abogado oscuro de película estadounidense en la que en un juicio donde hay testigos el abogado recomienda a su cliente eliminar al testigo. Muerto el perro se acabó la rabia. Los abogados oscuros no suelen estar en las firmas grandes. Si trabajas solo nadie supervisa lo que haces y no tienes socios que teman por la reputación de la firma debido a tus actividades. Siendo abogado existe el riesgo de poderte ver involucrado en tramas en la que prestes tus servicios a cambio de …otras cosas. Estos abogados oscuros, sin duda una minoría, dañan la reputación del resto de profesionales.

Los abogados que llevan de todo.

Hay abogados que aceptan todo tipo de casos. Temas de los que saben mucho, temas de los que saben algo y temas de los que no saben nada. Y por ese tratar de llevar de todo terminan estropeando casi todo. Imaginemos un abogado de familia que acepta un caso de fusión de empresas o un tema de impuestos. Quien no sepa de derecho piensa que el título de licenciado en derecho te permite llevar cualquier tipo de tema y hay profesionales que se aprovechan de esa creencia. Nadie puede ser un abogado competente en todas las áreas del derecho y un ejercicio incompetente de la profesión daña a toda la profesión.

El abogado mercenario de los medios de comunicación.

Captar clientes, sobre todo en los despachos pequeños, es una parte importante del trabajo de un abogado. Y los medios de comunicación son una vía para captar clientes. Pero los medios de comunicación son adictivos. Hay abogados que prestan más atención a estar en la prensa, en tertulias televisivas o en saraos que en representar a sus clientes.

El abogado que roba clientes.

Por supuesto que esto pasa también en las firmas grandes, pero en el mundo de los despachos pequeños es generalmente más fácil que los clientes cambien de abogado. Lo triste de esto es que muchas veces esto se logre a base de que un abogado le cuente al cliente de otro colega no solo lo buen abogado que es él sino lo malo que es su abogado actual. ¿Que tu abogado es X?. ¿No sabes la que le lio el año pasado a un cliente suyo llevando un caso parecido al que ahora te está llevando?

El buen abogado se centra en su trabajo, pone a sus clientes como su principal prioridad y duerme los suficiente.




Comentarios

  1. Eduardo

    Muchas gracias Fernando por estas pinceladas con las que estoy totalmente de acuerdo. La verdad que hay de todo, aunque estoy convencido de que el mercado finalmente pone a cada uno en su sitio, por lo que lo más lógico es que los compañeros cada vez tratemos de hacer las cosas de forma más profesional. Eduardo http://www.abogadosparatodos.net

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