Imagen captada por mi mismo el pasado martes desde el interior de la sede judicial. Me pregunto que pueden pensar los transeúntes que pasaban por allí. ¿Es un pájaro de mal agüero??.. ¿ Un cura???.., No, ¡¡¡es un abogado!!!. Y a juzgar por el trolley que le acompaña, más que togado es un abogado pringado. Uno de estos abogados “itinerantes” que se pasan la vida de una punta a otra del país, amaneciendo en hoteles malolientes sin saber muy bien como han ido a parar allí, para mal desayunar un café aguado e ir corriendo al Juzgado de vaya Vd. a saber donde y celebrar un juicio… o no… que nunca se sabe. Luego, si no ha perdido el vuelo o el tren, sale a escape desplazándose a toda velocidad en taxi o coche de alquiler hasta el aeropuerto o la estación, para acabar el día a las tantas en otro hotel, sea en un lugar de la Mancha o del Vallés Occidental… y a tomarse otro café aguado (remedio infalible contra el restreñimiento por cierto), celebrar otro juicio, ver a un testigo, un cliente o vaya Vd. a saber qué.

Y mientras viaja en el tren o el avión, pues nada, a redactar recursos, escritos de todo tipo y sobre todo, enviar correos electrónicos, muchos correos electrónicos. El poco tiempo que queda, es para una llamada fugaz a la familia y mandarles un par de besos si es que el aliento da para ello.

Igual se me ha ido la olla, pero como en tiempos pasados pasé por esto y aún sigo, aunque a nivel más local, pues eso. Desde este modesto post, mi también modesto homenaje a estos auténticos héroes y heroínas de nuestro oficio.