La cosa esta de las vacaciones, tiene ya las horas contadas y hay que ir pensando en volver a saludar a los “seguratas” del Juzgado que un poco ya empezaba a echarles en falta; a aquella auxilio judicial que asomando la cabeza por encima del mostrador te dice aquello de que hay que ir a identificarse directamente a Sala; al LAJ que volverá a hacer lo imposible por hacernos conciliar y a SSª, que volverá a presidir el juicio aquel que empieza cuando uno dice lo de “con la venia Señoría, esta parte…”. Y como quien no quiere la cosa volverán también las compañeras y compañeros, los y las contrarios, los testigos, los peritos.... Como siempre pues, tras la paz veraniega, volverá la batalla de cada día.

Pero esta vez será distinto. Estos últimos días de calor abrasador, he coincidido con unos buenos amigos. De aquellos del alma. Y hemos aprovechado para pasar un par de días dedicados al noble deporte de no hacer absolutamente nada. Ocurre, no obstante, que eso de no hacer nada en realidad es imposible, porque somos humanos y tenemos que alimentarnos, abrevarnos y esas cosas que hacen posible nuestra supervivencia en este maltrecho planeta.

La cosa es que con el pretexto de no hacer nada, en realidad hemos dedicado nuestra insignificante existencia a comer, beber y sobre todo, a hablar… y mucho. Tanto que en un par de días, hemos nombrado ya al nuevo Presidente del Gobierno y a todo su gobierno, hemos resuelto el asunto Rubiales, acabado con la guerra de Ucrania y planificado la economía de la Unión Europea para los próximos 20 años. También hemos resuelto el problema de los falsos autónomos, el de la contratación temporal fraudulenta, el del desempleo, el del absentismo laboral y hasta nos hemos atrevido a esbozar la reforma de la Administración Pública.

Ocurre, no obstante, que no hemos podido dar con la solución para la Administración de Justicia que es algo que parece un objetivo inalcanzable, incluso para este magnífico grupo de expertos que ha sido capaz de resolver casi todos los problemas de la humanidad por el módico coste de unos pocos gin tonics. Parece que para arreglar esto de la Justicia va a ser necesario algo más fuerte.

Asi que volveremos, pero mucho me temo que también a lo que hace ya demasiado tiempo que dura.