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La madurez en la práctica y la estabilidad en el plano sentimental, parecen ser las claves de la felicidad. Sin embargo, los profesores de Derecho tienen un rol preponderante, porque impactan fuertemente en la identidad y actitudes de los futuros profesionales.

Sofía Martin

En mayo de este año se dio a conocer una última versión de una investigación de académicos estadounidenses sobre la felicidad y los abogados, uno de ellos del College of Law de la Universidad de Estado de Florida y el otro, del Departamento de Ciencias Psicológicas, de la Universidad Missouri Columbia.

En un estudio titulado “Qué hace feliz a los abogados?: Las cifras de la receta que redefine el éxito profesional”, los investigadores dan cuenta de que profesores universitarios, líderes de los colegios profesionales y abogados individuales han expresado su preocupación por los problemas emocionales, la insatisfacción y las conductas poco éticas que observan en el ejercicio de la abogacía.

Haciendo referencia a la amplia literatura que existe en el mundo anglosajón sobre la salud mental de abogados y estudiantes de Derecho, Lawrence S. Krieger y Kennon M. Sheldon, conductores de la investigación que se publicó originalmente en 2014, abordan la cantidad desproporcionada de personas infelices que existen en esta profesión, comparada con otras.

En el estudio se usó el concepto de “bienestar subjetivo” como medida para evaluar un concepto tan difícil de medir como la felicidad, y se aplicó a dos escuelas de Derecho muy distintas, en dos regiones distantes dentro de Estados Unidos: una era muy tradicional y la otra tenía un foco en enseñanza de calidad y el desarrollo de habilidades prácticas en los alumnos.

Los hallazgos confirmaron reportes anteriores que mostraban ansiedad y depresión que se iban incrementando durante los años de estudio de la carrera. Uno de esos estudios arrojó que ya en el primer año de Derecho, los estudiantes mostraban aumento de depresiones, malhumor y síntomas físicos que correspondían a una insatisfacción de su vida.

La American Bar Foundation pidió otra investigación, en donde mediante un análisis lingüístico realizado en ocho facultades de Derecho se encontraron numerosos efectos que representaban la erosión de estructuras básicas de personalidad y se traducían en minimizar la importancia de valores como la equidad, la justicia, la moral, las emociones y la preocupación por el otro, en contraposición al énfasis exclusivo en procesos competitivos, al extremo de transformarse estos en el único objetivo.

Los más felices

La investigación definió una muestra de 6.226 sujetos, que incluyó a abogados de ejercicio libre, a jueces y a otros que trabajaban en puestos relacionados. La edad promedio fue de 46,66 años.

Se analizaron variables de todo tipo, incluyendo consumo de alcohol, edad, género, raza, y variables relativas a la oficina —área de práctica, horas trabajadas, cargo y facturación—, así como factores familiares y opciones personales que pudieran contribuir a una sensación de equilibrio o manejo de stress, como relación de pareja, hijos, ejercicio, vacaciones, religión, sin dejar de lado el ranking del abogado en su escuela.

De ahí salieron varios hallazgos. Uno de ellos tuvo que ver con el consumo exagerado de alcohol, que ha sido una preocupación desde hace años en la profesión. Se definieron medidas de frecuencia y cantidad: el promedio de frecuencia de la muestra fue de una vez a la semana, mientras que el promedio de cantidad consumida cada vez fue de 1,77. Si bien el análisis de la frecuencia no mostró resultados negativos concretos en el bienestar de los abogados, excesos en la cantidad sí lo hicieron.

Desde otro punto de vista, la media de consumo para los hombres fue ligeramente superior que para las mujeres, y los sujetos con mayores ingresos beben más. Asimismo, los abogados que trabajan en el sector público, consumían menos alcohol que los que laboran en el sector privado, en especial si se compara con aquellos cargos de mayor remuneración.

La ingesta excesiva de alcohol fue asociada a la disminución de motivación interna y a menores experiencias de autonomía, relaciones interpersonales y aptitudes.

El estudio también comprobó que los abogados, al igual que la mayoría de las personas, siente un mayor bienestar a medida que cumple años, pues la madurez conlleva mayor autonomía, habilidades y autoconocimiento, junto con mejores ingresos y un trabajo acorde a las preferencias y personalidad de cada cual. Sin embargo, el ítem vacaciones, por ejemplo, sólo mostró un efecto moderadamente positivo en el bienestar de la muestra.

Los abogados casados o en una relación de compromiso estable fueron los que mostraron mayor bienestar y muy pocos síntomas de depresión entre todos los grupos analizados, mientras que los solteros o profesionales sin pareja fueron los menos felices.

Finalmente, la investigación enfatiza la importancia de los profesores de Derecho, más incluso que la de los empleadores, pues impactan tempranamente en la formación de los estudiantes, tanto en su identidad como en sus actitudes profesionales. Y ese impacto aparentemente es negative para muchos estudiantes, sobre todo respecto de factores sicológicos directamente relacionados con el bienestar del abogado.

 

 




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