«Jomati Consultants LLP» publicaba en noviembre de 2014 su informe “Civilisation 2030: The Near Future for Law Firms”. He llegado a este informe de forma indirecta y tardía, curioseando en distintas fuentes sobre el estado de la automatización y la inteligencia artificial aplicadas a los servicios jurídicos. Tony Williams me hizo llegar, amabilísimamente, el informe original.
Su lectura, más que recomendable.
-- Transformación social: cambios en los clientes y sus necesidades legales.
El informe transciende a este concreto aspecto de la inteligencia artificial (una parte), y su interés va mucho más allá: nos aproxima a los vectores claves de transformación de la sociedad en un horizonte temporal, 2030, no tan lejano. La premisa es que los cambios en la “base de clientes”, en la sociedad, definirán los perfiles de las firmas legales del futuro: puro sentido común, y punto de partida sensatamente imprescindible.
Un matiz de enfoque: el informe es “global”, atiende a las tendencias “en la humanidad”, en el mundo. ¿Es eso relevante para la práctica local? No me cabe duda. Claro que las “islas regulatorias” existen y existirán; y los cambios pueden llegar antes o después...; lo único “no razonable” es “no estar al tanto de las transformaciones previsibles”.
Bien esos vectores clave del cambio son la demografía (estancamiento y envejecimiento), la urbanización (las megaciudades) y, solo al final, la automatización del trabajo jurídico (robots e inteligencia artificial en conjunción). Estos tres poderosos elementos, ya en marcha, no nuevos, introducen concretas transformaciones sociales, sobre los clientes (demanda de servicios jurídicos, por ej.), y tendrán sus efectos específicos, a su vez, sobre el mercado legal y las firmas. Por supuesto, todo muy consistente y muy bien trabado, y, por ello, más sorprendente e impactante.
-- Vector Uno: la demografía se transforma.
Sobrecogedor. Es cierto, siempre asumimos que la población mundial crece y crece, yo lo hago. Pero el subtítulo “Peak Humanity” ya sugiere que eso no será cierto siempre: el punto de inflexión en el crecimiento de la población mundial se producirá en torno a 2055; y la población decrece, se reduce desde entonces..., ¡uau! La regla de tres es muy sencilla: la ratio de fertilidad para el mantenimiento poblacional es 2,1 hijos por madre. “En esencia, cuando un país se hace más seguro, más urbano y más caro, las familias tienden a tener menos hijos”; y esto a su vez impacta en futuras generaciones. Además suele ser un viaje de “solo ida”: “en cuanto una sociedad se habitúa a que las parejas tengan uno o dos niños por familia, será económicamente muy difícil volver a una sociedad que produjese tres o cuatro niños por familia incluso si la gente lo quisiera”. ¿El aumento de la esperanza de vida y las migraciones equilibran el problema? No parece.
El impacto de unas cifras de población estancadas o en disminución podría ser significativo: el mercado residencial estancado y precios a la baja por disminución en la demanda; deflación en todo el mercado de consumo, por paralela reducción de demanda y bajada de precios; incrementos de los costes de deuda, por la reducción en la expectativa de ingresos fiscales; o una contracción en las inversiones extranjeras y, más, en la inversión en infraestructuras. ¿Se detiene la economía del crecimiento?
“The Grey Century” es una expresión fabulosa para visualizar el envejecimiento de la población. Casi un billón de personas tendrán más de 65 años en el 2030, en el mundo. ¿Es eso un problema? Depende, pero la “bomba de relojería” de las pensiones existe, con distintas versiones según los países, claro. Los gastos en sanidad per capita ya se han incrementado sustancialísimamente entre 2000 y 2010, y la tendencia seguirá. Sea como fuere, “nunca antes habíamos vivido en un mundo donde hubiese cientos de millones de personas viviendo más allá de la edad de jubilación”; y que ello tendrá un serio impacto sobre la economía global no parece dudoso.
-- ¿Y como afectará todo esto a los clientes de las firmas de abogados y a los servicios profesionales en sí mismos?
El “Informe Jomati 2014” pergeña algunas derivadas básicas de este escenario. Entre los clientes, lógicamente, el foco en las compañías farmacéuticas y sanitarias, o la importancia de las patentes sanitarias relacionadas con enfermediades geriátricas, e incluso las compañías tecnológicas enfocadas en robots cuidadores; y, al tiempo, el negocio de las compañias aseguradoras y financieras tendrá notables cambios, oportunidades en la comercialización de productos de previsión social (pensiones), pero al tiempo, notables exigencias para atender a los compromisos con los clientes en 2030.
Por supuesto, ello marca la evolución del mercado de servicios jurídicos, con crecientes oportunidades de asesoramiento a empresas especializadas en cuidados a mayores de 65, o a empresas sanitarias o empresas constructoras especializadas en hospitales. También se espera un incremento de la demanda en servicios relacionados con pensiones.
Al tiempo, se esperan nuevas oportunidades para el asesoramiento a gobiernos y entes públicos sobre las implicaciones financieras y regulatorias de este nuevo escenario.
¿En la litigación? Es de esperar numerosas reclamaciones relativas a “cuestiones de edad”, servicios sanitarios, pólizas de seguros, pleitos contra farmacéuticas o contra residencias de ancianos, e incluso cuestiones laborales relativas a discriminación por razón de edad...
-- ¿Y nosotros qué, como vemos esto desde una óptica local, española? Como sociedad.
Desde una perspectiva local, tanto la pérdida de población como el envejecimiento son una evidencia ya, y una tendencia imparable desde hace tiempo.
¿Seguirá la tendencia española los parámetros expuestos en el entorno 2030? No veo por qué no; al contrario, ¡alumnos aventajados! No hace falta profundizar en datos y estadísticas para aseverar que el “Peak Humanity” en España hace tiempo que se ha sobrepasado (también en buena parte de Europa), con unas tasas de fertilidad lejísimos de expectativas de “reemplazo generacional”, confiado éste, únicamente, a la inmigración hispana (sí vivida en épocas de burbuja inmobiliaria, pero “ya no”).
Sobre el “envejecimiento poblacional” muy poco que añadir; la generación del “baby boom” hispana comenzará a jubilarse, efectivamente, a partir de 2030. La viabilidad de un sistema de atención sanitaria “mínimamente decente”, o la viabilidad del sistema de pensiones públicas..., digamos que “serias dudas”. Fiarlo todo al “crecimiento económico” en un escenario de “población en decrecimiento acelerado”, no parece una “apuesta segura”.
Además, la tendencia poblacional es de “emigración” y no de “inmigración”. Más alla de los datos y estadísticas oficiales “netos”, miles de jóvenes españoles han tenido que buscarse la vida fuera de España, generando un “gap generacional” salvaje: ¡entre los que se han ido y los que carecen de oportunidades laborales aquí...! Mal apuesta será pensar que las cotizaciones de esta generación puedan soportar las pensiones de los baby-boomers de la década de los sesenta.
-- ¿Y los servicios jurídicos en este contexto?
El mercado de servicios jurídico en España, hoy, merecería un estudio en profundidad, sosegado y sereno.
Como en casi todo en la sociedad española, un mercado completamente dual, con potentes firmas muy rentables con socios y profesionales muy bien remunerados. Y, al otro extremo, una pléyade de profesionales precarizados al extremo, en servicios de “turno de oficio” ridículamente retribuidos, o hasta en pasantías abusivas. Fruto, todo ello, de una “burbuja épica” de licenciados en derecho y abogados, en cantidades inimaginables en nuestro contexto europeo: garantía de precariedad. ¿Lo arreglará el examen de acceso? En medio, claro, una “clase media de abogacía” que sobrevive con dignidad.
Además, nunca antes en una sola legislatura se había hecho tanto daño a la Justicia con reformas tendentes a limitar el acceso a la misma (tasas judiciales, lo primero).
Y ¿dentro de quince años, con menos población, con la población más envejecida y más pobre?
Los servicios jurídicos “en crecimiento” son los relacionados con grandes compañías, y, por lo tanto, con los grandes despachos de abogados, con vocación global o de origen multinacional. ¡Ahí va a estar el mercado y ahí el dinero!
Debe notarse que en estos últimos años, la crisis, el estallido de la “burbuja España” ha generado mucho negocio jurídico, una “burbuja derivada”: concursos de acreedores por doquier, pleitos por preferentes, expedientes de regulación de empleo y despidos, cláusulas suelo, etc., etc., o incluso delicuencia política y económica... No es previsible que estos “eventos jurídicos extraordinarios” se repitan indefinidamente: tras una depuración de la burbuja, no es esperable que ese nivel de actividad sea sostenible.
Y en el ámbito de los abusos contra los consumidores, la sociedad del conocimiento tiende a imponer un coste “de marca” importante al “abusador”, que, por ello, debiera tender a auto-regularse y a evitar el pleito.
¿Un nicho para la pequeña abogacía, local, de proximidad, independiente? Siempre existirá. La “litigación” en los conflictos jurídicos ciudadanos básicos no desaparecerá: la gente se divorciará, aunque se case menos; los accidentes de tráfico y las herencias no van a desaparecer todavía. Pero con menor población y más envejecida, y pobre...
Además, nadie olvide que España tiene una tasa de litigiosidad altísima, de las más altas del mundo civilizado, y que lo normal es que esa tasa de litigiosidad descienda. Sí quedarán espacios, claro, pero no parece tampoco un sector “al alza”.
Solo los comportamientos reiteradamente abusivos de las administraciones públicas siguen manteniendo en niveles estratosféricos la conflictividad contencioso-administrativa.
Creo, sin embargo, en que sí existirá un amplio espacio para nuevos desarrollos de profesiones jurídicas que “ayuden” a las personas a resolver conflictos de forma razonable. Participo del “Movimiento del Derecho Colaborativo” en España desde el primer momento. Y también la mediación y otras fórmulas de prevención y resolución alternativa de conflictos (ADR) debieran tener un papel más destacado en una sociedad más senior, más sensata y pausada, menos agitada o caprichosa.
Sea como fuere, antes de iniciar una aventura formativa o una aventura profesional en el ámbito jurídico, resultará muy recomendable una reflexión pausada y serena. ¡Las cosas nunca volverán a ser como las presentaban nuestros padres! La sociedad que ellos conocieron y la que nosotros vivimos está diluyéndose a toda velocidad.
Y mientras todo esto se está gestando, mejor no pararse a pensar en los temas que ocupan el centro del debate social y político.