Hay dolencias de los abogados que interfieren en el buen ejercicio de su profesión. Estos males y enfermedades no solo afectan a su trabajo, sino que también tienen consecuencias negativas en la vida cotidiana. Quizás hoy en día esta serie de problemas pasan desapercibidas no solo en el mundo jurídico sino en cualquier carrera. Es necesario identificar cada elemento perjudicial antes de que se convierta en un mal hábito.
1. El estrés
Una de las dolencias de los abogados más comunes es el estrés. La labor del abogado está estrechamente relacionada con el conflicto humano lo que causa un desgaste psicológico muy fuerte debido a la cercanía que tiene el profesional con los problemas de su cliente.
Charlar con amigos, practicar deportes y dormir bien son actividades que los abogados pueden hacer para combatir este mal.
2. La prisa y los plazos
La cantidad de horas laborales puede quedarse corta ante la extensa carga de trabajo que tienen los abogados. La prisa se apodera de estos profesionales causando olvidos, distracciones, dolores de cabeza, insomnio y hasta dolores estomacales.
Tratar de cumplir todos los plazos y necesidades de actuaciones urgentes para ayudar a nuestros clientes afecta también en el grado de stress y de enfermedades relacionadas con ello.
Uno de los mejores consejos para evitar la prisa es dejar de exigirnos tanto a nosotros mismos y comenzar a ser feliz con las cosas que tenemos a nuestro alrededor.
3. La pantalla del ordenador
Algunas dolencias de los abogados y enfermedades, sobre todo relacionadas con la vista, que padecen muchos abogados y abogadas tienen que ver con la pantalla del ordenador.
Pasar más de siete horas al día frente a la pantalla daña la película lagrimal, necesaria para una buena lubricación ocular y mantener la vista clara. En esos momentos de trabajo intenso, tomar descansos cada cierto tiempo ayuda a evitar el deterioro de la vista.
4, La mala postura
Son muchos los profesionales que andan por la vida con una mala postura. Este hábito negativo es común en el universo jurídico.
Al no andar erguido, y sentados muchas horas, a veces, en malas posturas y con los músculos tensos, nos exponemos a sufrir más lesiones, padecer dolores en la espalda y empeorar nuestra salud y apariencia.
5. Náuseas
A veces los hábitos alimenticios de los abogados no son los mejores: comer a deshoras, tomar mucho café, fast-food, alcohol en comidas con clientes, etc.
Esto puede provocar problemas alimenticios. En algunos casos pueden sentirse náuseas y llegar a vomitar. Estas dolencias de los abogados dificultan a los profesionales del derecho realizar cualquier tarea legal, incluso acudir al trabajo y realizar con normalidad sus actividades del día a día.
Si tienes ganas de vomitar lo mejor que puedes hacer es sentarte y quedarte tranquilo, evitar la cafeína, alcohol, alimentos procesados y comida picante.
6. Nervios
Una intervención judicial, una detención, un juicio o una reunión importante pueden convertirse en situaciones caóticas si los nervios se apoderan de un letrado.
Es recomendable en estos casos prepararse con tiempo, estudiar bien el caso y las estrategias posibles, averiguar quién es el oponente, mantenerse hidratado y ejercitarse horas antes del evento en cuestión para tratar de evitar los imprevistos que causen situaciones estresantes.
7. Tics
Los tics son movimientos involuntarios de los músculos, muy comunes en los abogados, que se producen o se agravan gracias a la ansiedad, el nerviosismo, la inseguridad, los temores y a desórdenes metabólicos, entre otros.
Para combatir los tics es bueno realizar deporte, o alguna actividad física que logre evadirse mentalmente. Es muy recomendable ir al gimnasio, o practicar ejercicios de yoga. También será fundamental tener una alimentación saludable, tener sesiones psicológicas con profesionales y aplicar fuerza de voluntad, ya que muchos de estos tics pueden ser parcialmente controlados.
Identificar todas estas dolencias de los abogados no asegura una mejor práctica de la profesión, pero ayuda a evitar descensos en la calidad laboral y a llevar una vida más saludable. Los pequeños cambios a veces causan grandes mejoras. La alimentación saludable o una simple charla con un ser querido pueden cambiar notablemente el rumbo de tu vida laboral y personal.